Querido diario:

He estado ocupada y hace tiempo que no escribo pero hoy es una fecha especial pues mi pequeña María Teresa cumple dos meses de vida.
No me tomé demasiado en serio los consejos que me dio mi madre durante su visita hace ya casi dos años pero ahora que tengo una hija, siento que hacen mella en mí.
Me noto más cariñosa, maternal y centrada y es que mi niña lo es todo para mí.
Aunque este nacimiento ha decepcionado a muchos porque no hemos tenido un hijo varón, Luis y yo estamos encantados con nuestra pequeña Princesa, que es la niña más bonita de Francia y otros, lo han celebrado por todo lo alto. Ha habido festejos por todo el reino, hasta los más pobres de la ciudad se han alegrado por el nacimiento de nuestra hija y las niñas de la Corte se pelean por cuidarla.
Mi pequeña es la personita más encantadora y dulce que haya existido jamás, es rubia, con grandes ojos azules como los míos y mejillas sonrosadas.
El parto fue un momento un tanto embarazoso y agobiante, además de, como es normal, doloroso, ya que, según marca la tradición estuvo toda la Corte versallesca presente.
Algo que también me duele es que no me dejen amamantarla ya que Maria Teresa tiene una nodriza asignada y “Madame L’Etiquette” insiste que es lo mejor para mí y para mi hija aunque yo no estoy nada de acuerdo respecto a eso.
Suelo ir con ella a mi refugio y estoy segura de que cuando crezca a ella también le encantará pasar las tardes en el Pequeño Trianón.
Aunque deseo volver a salir con mis amigas más a menudo como solía hacer, me siento muy apegada a mi hija porque la veo tan pequeña e indefensa que no quiero separarme de ella un momento ya que siento que me necesita y quiero ser tan buena madre como su abuela lo ha sido para mí.

Tuya, María Antonieta.
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Imágenes empleadas:
1-María Teresa retratada por
Adolf Ulrich Wertmüller

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