Querido diario:
Mi cuñado, el Conde de Artois ha tenido hoy mismo un hijo varón, Luis Antonio de Borbón y Saboya, primer Príncipe varón de su generación. El niño es una auténtica ricura, es precioso y me alegro por él y su esposa pero ya no puedo más con esta situación, me siento tan desesperada, tan angustiada…
Estoy harta de las murmuraciones. ¿Acaso creen que no sé que me llaman “la austriaca” con ese tono tan despectivo? Al parecer se dice que la reina se acuesta con sus cuñados, o con sus amigas, la Princesa de Lamballe y la Condesa de Polignac; me reclaman un heredero, alegando que no pongo todo mi empeño en “inspirar al Rey”.
Y mi madre me escribe diciendo que a mis hermanos y hermanas les va muy bien con sus respectivos matrimonios pero que mi situación ensombrece la felicidad que ellos le aportan…
¿¡Y qué más podría yo hacer!? ¿¡Acaso es todo culpa mía!?
Por las noches, Luis meda un beso en la mejilla, me da la espalda y se duerme sin más. Afirma que me quiere, y no lo pongo en duda, es más, yo también le tengo mucho aprecio a él, es un hombre tímido y dulce, pero lo que falta en nuestro matrimonio es la pasión y no sé qué más podría hacer yo para “inspirar” al Rey ni sé tampoco si quiero pues él tampoco despierta la pasión en mí.
Por supuesto que deseo darle un heredero a la Corona Francesa y honrar a mi madre, ese bebé sería la culminación de la alianza franco-austriaca pero yo ya no puedo soportar más la presión.
Lo único que me da la paz que me falta es mi pequeño mundo; probarme vestidos nuevos con mis amigas, encargar nuevos peinados, jugar a las cartas, pasar las tardes hablando y comiendo pasteles en mi Pequeño Trianón…
No quiero parecer caprichosa pero siento que solo así soy feliz.
Mi madre prometió que me haría una visita con mi hermano José lo más pronto posible… y aquí les espero… Extraño tanto mi hogar, mi familia… En parte, sigo sin acostumbrarme a estar aquí…
Con el paso del tiempo me he dado cuenta de lo duro que puede llegar a ser vivir en la Corte de Versalles pues jamás en mi vida había visto tanta hipocresía… ¡Oh, cómo me sonríen para luego decir que “la austriaca” no les va a dar nunca un delfín! Y tanto protocolo acabará por volverme loca, ni siquiera puedo respirar sin que “Madame l’Etiquette” critique mi manera de hacerlo…
Espero con ansia la visita de mi hermano y mi queridísima madre… cuánto deseo que me abrace y escuchar su cariñosa voz pronunciando mi nombre con una sonrisa en los labios… La necesito ahora más que nunca y espero que no tarde en venir a Francia.
Tuya, María Antonieta
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Imágenes empleadas:
1-Imagen de la película "María Antonieta" de Sofía Coppola
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