Querido diario:

Hoy es una fecha que me llena de tristeza, mi pequeña María Sofía cumpliría un año de vida pero, desgraciadamente, ya no se encuentra en nuestra familia puesto que murió el pasado 19 de junio víctima de una enfermedad horrible: la tuberculosis.
Aunque ella ya no esté aquí, físicamente, entre nosotros, siempre ocupará un hueco muy importante en mi corazón y en mi vida.
Cuando la tuve tan pequeñita entre mi pecho, cuando nació una cálida mañana de julio, noté como el tiempo se paraba a nuestro alrededor, como si solo nosotras dos estuviéramos en la habitación, ignorando el bullicio y la expectación que se había creado tras el nacimiento de una nueva princesa.

Tenía grandes esperanzas para ella, era mi cuarto ángel, mi cuarto hijo y creía que me iba a llenar de gracia y felicidad como lo habían hecho ya sus hermanos. Y así fue durante los diez primeros meses, hasta que Luis y yo nos dimos cuenta de que a nuestra hija le estaba pasando algo grave y que ya era demasiado tarde para remediarlo.
Es muy difícil intentar comprender este dolor, solo una madre que haya sufrido la pérdida de un hijo puede saber como me siento yo ahora, como si me hubieran arrebatado “mi sol” por completo, noto que me falta algo y lucho como puedo por salir adelante.

Mis amigas y mis familiares me ayudan mucho pero ellos no me dan las fuerzas suficientes. Esto no puede seguir así, tengo que cambiar, que ser fuerte, la corona de Francia me necesita más que nunca y mis hijos también.
He pasado por muchas situaciones difíciles desde que llegué al asombroso Palacio de Versalles para afrontar mis obligaciones y cumplir con mi deber, ahora no me derrumbaré.
Seguiré esforzarme por ser la Reina que todo país quisiera tener.


Tuya, María Antonieta
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Imágenes empleadas:
1-María Sofía retratada por Élisabeth Vigée-Lebrun

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