Querido Diario:
Sé que llevo mucho tiempo sin escribir, pero mi vida últimamente es muy ajetreada. Debido a la Consagración de nuestra Coronación el 11 de junio mi esposo, el ya oficialmente Rey de Francia, me hizo un inesperado obsequio: el Pequeño Trianón, un acogedor palacio cerca de nuestra residencia en Versalles.
Ya había pertenecido a la “querida” del Rey Luis XV, Madame du Barry a la cual, como ya sabes, no aprecio demasiado. Ahora el Pequeño Trianón es mío y allí encuentro un lugar idóneo para evadirme. Es el mejor regalo que Luis podría haberme hecho y ahora que el está dejando un poco de lado sus aficiones para hacerse cargo de los asuntos del Estado (aunque la caza para él siempre está por encima de todo) yo tengo un lugar donde satisfacer mis caprichos e ir con mis amigas. Tiene todo lo necesario para la diversión de una reina: zoológico, un pequeño huerto, prados verdes donde tomar el sol y salir a pasear… ¡es ideal! Además me estoy encargando de redecorarlo pues los gustos de las antiguas inquilinas no eran de mi agrado. Por otro lado, mi madre María Teresa de Austria, me envía cartas continuamente a través del embajador; está muy preocupada por mí pues aun no le he dado un heredero al trono y ella desea que ponga mas interés en la política. Me siento culpable por defraudarla pero siento que cada vez me importa menos todo lo relacionado con mi reinado pues desde que conozco las divertidas noches de París me resulta muy difícil concentrarme en algo que no sea mi entretenimiento, y estaría dispuesta a poner todo mi empeño en la política si fuese necesario, trataría de buscar en mi alma la fuerza y la destreza a la hora de reinar que tiene mi madre, pero creo que no se ha dado la ocasión para que yo pueda intervenir y lo cierto es, que tampoco me interesa demasiado. Además, he de confesar, que uso las fiestas y mis escapadas al Pequeño Trianón como excusa para no pensar demasiado en lo insatisfecha que estoy con mi matrimonio pues tanto mi madre como mucha gente cercana a mí, me insisten en que ya va siento hora de que tenga un hijo, y además, mi cuñado y su esposa, los Condes de Artois esperan un hijo y en caso de que este sea varón y yo no tenga descendencia masculina, este bebé, podría convertirse en el Delfín de Francia.
Como ves es mucha presión la que tengo que soportar pero a pesar de que he llegado a cogerle mucho cariño a Luis, no estoy realmente enamorada de él y no me siento atraída por él y mientras él no de un primer paso yo no me veo capaz de hacerlo.
Creo que esto es todo lo que puedo contarte por ahora.
Tuya, María Antonieta.
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Imágenes empleadas:
1-Imagen del exterior del Pequeño Trianón.
2-Imagen de una de las habitaciones del Pequeño Trianón
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